Perder a un ser querido por suicidio desencadena una serie de reacciones emocionales complejas y, a menudo, abrumadoras. Comprenderlas es un paso fundamental para transitar este doloroso proceso.
A continuación, te explico las reacciones más comunes que sienten las personas que viven el suicidio de un ser querido.
Culpa: “¿Y si hubiera estado más presente?” “¿Cómo no lo vi venir?”
Es una de las emociones más frecuentes. La mente busca desesperadamente entender qué falló, incluso si en realidad no hubo nada que la persona doliente pudiera haber hecho.
Ira: Hacia la persona fallecida (“¿Por qué lo hizo?”), hacia uno mismo o hacia otros que “no ayudaron”. También puede suceder que sientas culpa por sentir esa rabia, especialmente si se dirige a la persona que se suicidó.
Negación o incredulidad: Puede costar aceptar que fue un suicidio. A veces se oculta o disfraza por vergüenza o dolor.
Vergüenza y estigma: Por la forma de muerte, por lo que “dirán los demás”, o por sentir que hay un “fracaso” en la familia.
El miedo al juicio o la vergüenza pueden llevar al aislamiento, haciendo que el duelo se vuelva aún más difícil.
Tristeza profunda y confusión: Como en cualquier duelo, pero muchas veces mezclada con una necesidad constante de buscar explicaciones.
Aislamiento: A veces sienten que nadie puede entender su dolor, o que deben callar para no incomodar.
Es preferible buscar acompañamiento profesional a tiempo. Recuerda que un suceso de esta magnitud te deja en una situación de vulnerabilidad emocional que no tienes por qué ser capaz de lidiar con ella. No estás solo/a en esto. También es importante que protejas tu integridad en el momento para que no llegues a experimentar ideación o deseos suicidas.