Vi la película japonesa “Días perfectos”. Me generó una enorme tranquilidad recorrer los días de un hombre mayor que se dedica a lavar baños en la ciudad. Quiero compartir algunas ideas que surgieron y que, me parece, son relevantes para la salud mental.
Contemplar la cotidianidad
En un mundo que te exige tener grandes aventuras, viajes, sueños y éxitos para que logres ser feliz, esta película se enfoca en mostrar a un protagonista que se entrega con pasión a su día a día. Sin necesidad de lograr grandes cosas más que cumplir de la mejor manera posible su trabajo. La película “repite” muchas escenas porque es la vida diaria de Hirayama, el protagonista. Una imagen muy bonita es la de él a la hora del almuerzo fotografiando un paisaje con una cámara antigua.
Parte de tener una vida satisfactoria está en notar las pequeñas cosas de la cotidianidad que te hacen sonreír y provocan una sensación agradable en tu corazón. El solo hecho de apreciarlas y observarlas marca una diferencia. Es un momento de intimidad contigo donde lo importante es el momento presente.
Yo defino mi propia felicidad
Quien no se compare con otros que tire la primera piedra. Es normal que estés todos los días viendo qué hacen los demás en sus vidas que parecen fabulosas. Nuevos empleos, comidas extravagantes, una familia feliz… La lista podría continuar con montones de felicidad de cuento de hadas. En medio de tanta información por el estilo puedes olvidar lo básico: Los cuentos de hadas no son reales.
En redes sociales todos publicamos lo que conviene, lo que queremos que el otro vea. Ahí no se ven las noches de insomnio por ansiedad, ni las discusiones de pareja, tampoco la frustración de un día laboral complejo. Entonces ¿por qué te comparas con la versión más maquillada de los demás?
Lo peor: defines tu felicidad sobre las acciones de otros. Entonces si aquel ya tiene carro y tú no, te sientes quedado. Pasa con el empleo, la pareja, el dinero y todos los demás ámbitos de la vida.
Qué es la felicidad es una pregunta que solo tú puedes responder. Y necesitas estar en conexión contigo para poder saberlo. A pesar de que Hirayama era un hombre mayor, sin pareja, con uno de los oficios más despreciados en esta sociedad, él no se ve triste. Ha construido una vida a su medida en donde tiene espacio para otras cuestiones que para él son importantes: vínculos familiares, el aprendizaje y la curiosidad, el descanso y sus pasatiempos.
Te dejo esta pregunta: ¿Qué harías si mañana la opinión de los demás no importara?
Yo no soy mis logros
Un concepto que me parece fascinante en la psicología es el “Yo”. Eso que crees que eres. Lo normal es que te pongas etiquetas que definen a ese “Yo”: Amable, celosa, vengativo, alegre, inteligente… Esas palabras las aprendiste cuando compartías con otras personas que te decían que eres de esa manera y tu propia experiencia las confirma.
Retomemos la idea de que para ser feliz hay que lograr muchas cosas, y al parecer, nunca nada es suficiente. Hay unas expectativas que los demás tienen de ti y te lo has creído.
Y hay un par de etiquetas muy peligrosas que surgen de esa idea que son: fracaso y éxito. Es habitual que las personas sufran porque “Yo SOY un fracaso”. En cambio, se sienten satisfechas si piensan “SOY exitoso”.
Lo más chévere de la película es que te pone de frente una experiencia vital que en nuestro contexto sería la peor vida para vivir. Sin pareja, sin hijos, sin plata, lavando baños públicos y viejo. ¿Te gustaría vivir así?
Seguro que no. Pero hay un detalle fundamental: Hirayama no rechaza su vida. Se nota entregado a su labor, incluso su compañero, un jovencito, le cuestiona por tener tantos implementos para hacer el aseo.
El hombre se goza su vida. La acepta, la respeta, la honra con orgullo.
Ojalá un poco de ese esfuerzo que pones en cumplir metas sin parar pudieras dedicarlo a agradecer lo que sí te gusta de tu vida. Las cosas que tienes y otros no. A sentir pasión por lo que haces. A hacer el bien a los demás. Y a entregarte con alegría, ilusión y libertad a todo lo que aporte significado y propósito. No para ser mejor que los otros, sino porque es lo que deseas hacer.
Hirayama en ocasiones la pasaba mal. Pero podía ver un poco más de esas cosas que el dinero no ofrece. Tampoco estoy negando su importancia. Pero me niego a creer que la vida es solo eso.
Para finalizar: El arte es necesario y esta película es un mensaje claro a nuestra sociedad veloz que te exige a costa de tu bienestar, tus relaciones y la salud en general.
¡Recomendada! Y si la ves no te distraigas en el celular. Aprende a lidiar con una vida normal, casi todos la tenemos.
Si quieres explorar más sobre lo que te importa y cómo tener esa vida que te guste recuerda que puedes contactarme.
Si te interesa te comparto la playlist de canciones de la película. ¡Está muy buena!